El imponente castillo que un día fue el centro de cuentos y leyendas de horror hoy lucha por desmontar esas historias de espantos y mostrarse como lo que es: un bien de interés cultural del país.
 

"La magnífica edificación fue obra del arquitecto Pablo de la Cruz, se construyó entre 1923 y 1927, También se le atribuyó parte de su diseño a Carlos Arturo Tapias. La decoración de esta casa es típica del estilo republicano, hace parte de la generación de la bella época con mucha influencia francesa, tiene aproximadamente 1.470 metros cuadrados. En el pasado fue reconocido como el Castillo de Bochica", explica María Victoria Blanco, directora ejecutiva de la Granja Ecológica El Porvenir.

 

"La casa solía ser una estación de tren, y mucha gente venía a ver la cascada del Salto por su majestuosidad, entonces en aquel tiempo surge como una necesidad hacer un hospedaje, el presidente de la república en ese entonces el general Pedro Nel Ospina, decidió emprender la construcción que abrió sus puertas al público en 1928. Era un alojamiento de lujo de 5 pisos, 10 habitaciones y un par de baños compartidos, allí se reunía la clase alta colombiana para hacer fiestas y reuniones; tanto hombres como mujeres debían ir vestidos siempre de traje y vestido de gala", Agregó Blanco. 
 

El castillo duró como hotel hasta mediados del siglo XX, ya que por orden del Estado se vendieron las estaciones de tren a particulares. Luego en 1.940, se inauguró el Embalse del Muña y la hidroeléctrica el Charquito. El represamiento de las aguas del río Bogotá, sumado al crecimiento excesivo de la población bogotana, hizo que las aguas del río fueran irreversiblemente contaminadas.

A partir de ese momento, algunas personas decidieron quitarse la vida en la cascada, pues la muerte era segura, no sólo por la caída, sino por la toxicidad de las aguas del río, esto conllevó a que el lugar fuera estereotipado como el 'lago de los muertos', y de esa manera fue perdiendo progresivamente su atractivo turístico.  
 

Posteriormente la propiedad es vendida para funcionar como restaurante hasta mediados de los 80, luego fue abandonada hasta el año 2009, durante este tiempo sufrió actos vandálicos, ritos espirituales y fue incendiada. Esta serie de eventos desafortunados al final entristecieron una obra arquitectónica digna de admirar y hasta la pusieron en riesgo de colapso.
 

Pero aún en medio de las ruinas, La Granja Ecológica el Porvenir empezó un proceso para adquirir el bien y restaurarlo, esta iniciativa fue acogida también por entidades como la Universidad Nacional de Colombia, la Unión Europea que donó 300 mil euros para la restauración de la casa, la Embajada Francesa en Colombia y la Agencia Francesa de Desarrollo. También por profesionales del sector, como el ingeniero Luis Guillermo Aycardi, la arquitecta Claudia Hernández, que donaron todo su conocimiento y experiencia para poder recuperar la casa. Y lo lograron, ya que el pasado 20 de septiembre de 2018 el Ministerio de Cultura, lo declaró como "bien de Interés Cultural del ámbito Nacional".

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