Un extraño lugar donde no hay carros

Mauricio Riaño Martínez / Redacción

Junio 2013 - Los mejores sitios para conocer muchas veces no son los más mencionados y esto me pasó cuando sin buscar este sitio como lugar turístico, encontré que es un lugar muy especial para viajar.

Puerto Obaldía es un destino que la mayoría de turístas, de distintos países, encuentran cuando salen de Colombia en su recorrido de viaje de sur a norte por el continente americano. Por lo general es un paso obligado que hacen para sellar su pasaporte de entrada a Panamá, pero al descubrir el encanto especial que tiene esta población, siempre deciden quedarse algunos días. 

En el paradisiaco lugar solo hay bicicletas y tres motos de las cuales los jóvenes se quejan por no poder acelerarlas por falta de calles largas. Allí la gente se moviliza caminando y las motos son usadas en pocas labores.

Los habitantes de Puerto Obaldía, se caracterizan por ser muy trabajadores; tanto así, que muchos de ellos además de emplearse en funciones comerciales, hacen labores administrativas.

Un lugar alejado de todo

Es un sitio que está rodeado de selva espesa y mar; pertenece a Panamá y está ubicado en la frontera con Colombia, muy cerca de Capurganá en el departamento del Chocó.

Puerto Obaldía es un lugar apartado, sin vías terrestres que comuniquen con algún otro sitio; la única forma de entrar o salir de allí es por vía marítima o aérea en una pequeña y rústica pista de aterrizaje para avionetas.

Además es uno de los cuatro corregimientos de la Comarca Indígena panameña Kuna Yala. Sus pobladores se dedican principalmente a la pesca y la agricultura y me llamó la  atención saber que la bandera de este grupo étnico, creada a raíz de la Revolución Kuna en 1925, tiene su símbolo similar a la Cruz Esvástica, como la que adoptaron los Nazis. Según los Kunas esta forma representa en su cosmogonía, la figura de un pulpo creador del mundo.

Un lugar distinto para descansar

La tranquilidad que se siente y el ambiente familiar de sus pocos pobladores son como una agradable invitación a quedarse. No hay hoteles, ni restaurantes establecidos formalmente, y esto es un valor agregado para los turistas que buscan vivir experiencias de intercambio cultural.

Las funciones están divididas para los habitantes; una familia tiene la labor de prestar servicio de restaurante en la sala de la casa, que está acondicionada para recibir a variar personas que disfrutan de las delicias de la comida costera.

Otras familias han preparado sus casas para prestar el servicio de hotel, permitiendo convivir algunos días cerca de los habitantes y conocer de cerca su cultura.

Apreciar la agradable brisa y sonido del mar es uno de los mejores planes en la noche, se puede hacer en compañía los anfitriones quienes sacan las sillas frente a las casas, para compartir en medio de juegos y música.

Pero no se preocupe que totalmente no están apartados del mundo, para los que necesiten estar comunicados, este retirado territorio cuenta con servicio de Internet y llamadas al exterior.

Acogedoras y particulares construcciones

En Puerto Obaldía hay casas de bloque, concreto y teja que se mezclan con otras de paredes de tabla y techo de paja. Tiene algunas calles que a mi parecer no tienen más de 300 metros y en las que se ven transitando algunas bicicletas o las tres motos que hay.

Una de las construcciones más “grandes” es la escuela secundaria. Este es un establecimiento educativo donde estudian niños colombianos que han sido desplazados junto con sus familias por la violencia y ahora son refugiados por el ACNUR en este pacífico lugar.

Los niños panameños, refugiados colombianos e indígenas Kuna, estudian y juegan juntos en el parque o en las canchas de baloncesto, voleibol y fútbol que hay en la comunidad.