Celia Armenteras Buades / Redacción  Nicolás Cabrera / Fotografía
 
Son tan apetecibles como los manjares y los postres, y tan frecuentadas como los salones. Aromas, sabores, asientos cómodos y una buena conversación, todo esto aderezado con una acertada iluminación y unos muebles bellos hace de la cocina el espacio más acogedor de la casa, el lugar perfecto. También es un espacio de trabajo: un taller e incluso un laboratorio. Por eso el diseño y distribución de mesones y alacenas aporta, además de belleza, holgura y practicidad, y en algunos casos delatará el interés gastronómico para el que fue concebida. (Calidez Atemporal)

Para los “master chefs”
Como profesional de la gastronomía y graduada de Le Cordon Bleu, la propietaria pasa muchas horas en la cocina y quiso que estuviera integrada al resto de la casa. También es arquitecta y junto con Isabel Marina Giovannetti, diseñadora de Eurolink –firma elegida por su gran experiencia en diseño de cocinas y las prestigiosas marcas que representa–, escogieron todos los elementos del diseño, muebles y materiales. En esta cocina destaca el blanco acompañado por un beige muy ligero en los muros, el acero de los electrodomésticos y la madera de las estanterías. Las alacenas y cajones para almacenar se disimulan por la limpieza de su diseño. La isla permite exponer cosas bellas que no interfieren con la decoración de la zona social, además se extiende y se convierte en mesa. Todo es de alta gama para un uso intenso; el material por excelencia es el eco gloss en poliuretano que combina muy bien con el salpicadero de vidrio acidado blanco. Este es un espacio preparado para cocinar con maestría, dedicada a especialmente a los paladares más exigentes. (Casa de libros)

Con cara de ponqué
Esta es una cocina llena de vida en la que algunos detalles recuerdan al aroma de las galletas de jengibre o de los bizcochos de recetas inglesas. Estos subrayan también el vínculo tan fuerte que tiene con el jardín o con el comedor en madera. La afición del propietario por la cocina llevó a los arquitectos Diego Rodríguez y Carolina Zamora (Taip Arquitectos) a elegir muebles y electrodomésticos muy modernos, con materiales de última generación: la nevera y la cava de vinos son de Casa Magna, y los mesones y aparadores de Formica (diseñados por los arquitectos y fabricados por Módulo 7 Carpinteros). Están distribuidos de una forma cómoda que permite un trabajo muy preciso, además brinda el lugar para el encuentro social. La estufa se puso a un costado para que la campana no interfiriera con la visual del espacio y la isla es un mueble de apoyo, de amplio almacenaje e idóneo para trabajar. A un costado, una estantería blanca recuerda que la cocina está muy integrada al resto de la casa, que es tan cálida y confortable como todo lo demás. Es, sin duda, el lugar ideal para la elaboración de pasteles, galletas y bizcochos de sabores muy dulces y llenos de colorido que armonizan con los tonos suaves del espacio.

El corazón de la fiesta
Abierta completamente, esta cocina se integra con naturalidad a la zona social y resalta, gracias al color blanco impoluto, el mobiliario del comedor y el salón. Dispuesta para integrarla a las reuniones, los muebles han sido diseñados para facilitar el encuentro y las conversaciones alrededor de la isla. Dotada de armarios y cajones que se mimetizan unos con otros con sistemas de última tecnología  que no requieren de tiradores, la cocina modelo Elba con acabado lacado está casi completamente integrada por muebles de la fábrica italiana Biefbi Cucine, importados por Ergos Collection. Para romper con la uniformidad y enriquecer el diseño se le dieron unos toques especiales, como son el salpicadero de vidrio blanco y el mesón en Quartzstone. Destaca especialmente la iluminación, que es en Tensoflex, un sistema conformado por una tela tensionada que permite que la iluminación sea uniforme. Obra de la diseñadora Tatiana Suárez,  de Ergos Collection, este es un espacio idóneo para la preparación de cócteles y cenas, y para el disfrute con amigos. ¡Que empiece la fiesta!

El ritual del café
Diseñada en tonos claros para mantener el estilo general de la vivienda y atraer la gran cantidad de luz natural que la inunda, esta cocina de pequeño tamaño refleja inmediata-mente los intereses de los propietarios: él, especialista en café y ella, en panadería. El límite espacial no supuso un problema para el arquitecto Alejandro Pinyol, que logró dividir el espacio en cuatro zonas bien diferenciadas donde cada cosa tiene su lugar: dos para las actividades de panadería, bar y café, y las otras para almacenaje y lavado; además de añadir, con la barra, un espacio de reunión para la familia. El piso es gris oscuro de cuatro láminas para evitar las juntas y mantenerlo limpio. Las baldosas españolas del muro reflejan la luz y aportan un toque años 60. Los mesones son en Quartzstone. La impecable distribución y los espacios de almacenaje hacen de esta cocina un lugar confortable desde donde se desprende un delicioso aroma a café hacia el resto de la casa.

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