Un estudio de la Universidad de los Andes dice, por ejemplo, que los materiales usados en la construcción de las casas de la región Atlántica son muy deficientes.

"La solución para los más vulnerables no se puede limitar a entregar viviendas nuevas, sino que es necesario ofrecer condiciones adecuadas para la habitabilidad a quienes no puedan acceder a ellas".

Así lo advierte un análisis desarrollado a partir de la Encuesta Longitudinal Colombiana de la Universidad de los Andes (ELCA), por medio de la facultad de Economía, con el cual busca hacer un seguimiento cada dos años a un grupo de hogares urbanos y rurales de Colombia.

Tras consolidar datos recopilados en el 2010, pero de reciente divulgación, la observación en 5.446 hogares urbanos de estratos uno al cuatro ubicados en Bogotá y en las regiones Atlántica, Pacífica, Central y Oriental, identificaron que las familias más pobres del país tienen la mayor cantidad de viviendas propias completamente pagadas.

Y al incluir solo las que aún se están financiando, obtuvieron un mayor número de propiedades en los estratos socioeconómicos más altos.

El estudio también identifica tres formas de acceder a una vivienda propia: comprar una nueva, pagar por una usada o adquirir un lote para construir de manera independiente. Esta última es común en las regiones Atlántica y Oriental, y en los estratos 1 y 2, lo que evidencia deficiencias en la calidad de las casas de estos sectores de la población.

El informe explica que las malas condiciones habitacionales están representadas en paredes de viviendas hechas de bahareque, tablas, cartón o plástico, entre otros materiales, a los que se suman los pisos de tablas, madera burda o tierra.

Luego de evaluar estas características, se obtuvo que el 8,1 por ciento de las familias propietarias tiene problemas de mala calidad en sus casas. Y de estas, 48,4 por ciento fueron construidas de forma independiente.

Al estudiar el hacinamiento, los investigadores encontraron que el estrato uno cuenta con la mayor cifra de aglomeración media: 36,1 por ciento, es decir, el porcentaje de viviendas en las que habitan entre 2,5 y 5 personas por cuarto para dormir. Incluso, este sector cuenta con un hacinamiento crítico (más de 5 personas) de 4,8 por ciento.

El estrato dos le sigue con 18,3 por ciento de aglomeración media y 0,8 por ciento, crítica. En cuanto a regiones, este último tipo se evidencia en gran medida en la zona Atlántica.

Por último, el estudio calculó la vulnerabilidad de los hogares a desastres naturales y choques relacionados con pérdida de empleo, accidentes y violencia, entre otros.

Allí se encontró que esa fragilidad se concentra entre las familias que adquirieron su vivienda propia a través de la construcción de manera independiente, es decir, aquellos que cuentan con deficiencias en los materiales utilizados para la construcción de sus viviendas.

Los resultados confirman esta situación: 21,2 por ciento de esos hogares reportó haber sufrido desastres naturales, mientras que solo el 6,7 por ciento de quienes cuentan con materiales adecuados lo hizo.

Sección Vivienda - EL TIEMPO

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