El 45% de los colombianos de estratos 4 al 6 contratan los servicios de las inmobiliarias, mientras que el 55% prefiere aventurarse por su cuenta.

Aquí te contaremos las ventajas y desventajas de contratar inmobiliarias o vender directamente tu inmueble.  

Para entender mejor la comparativa, vamos a recorrer el paso a paso de lo que implica ejecutar una correcta estrategia de mercadeo y comercial.

 

1. La fijación del precio

La mayoría de las inmobiliarias en Bogotá y otras ciudades capitales realizan un análisis del mercado con base en estudios del mercado. Otras más sofisticadas, incorporan  tecnología blockchain y modelos econométricos. Como resultado, obtienen datos precisos que, sin duda, permitirán lanzar el inmueble al mercado sin el riesgo de que se estanque por sobrevaloración, o peor aún, se pierda dinero por infravaloración.

Un propietario que decida hacer la venta directa no podrá acceder fácilmente a estos recursos y termina fijando el precio con base en lo que los vecinos piden. Ese es un error recurrente; cada inmueble es un universo diferente.

 

2. La gestión audiovisual

Un propietario realiza fotos con su celular, y aunque la mayoría de los smartphones del mercado cuentan con cámaras aceptables, difícilmente superarán la calidad visual de las fotografías hechas por inmobiliarias.

Adicionalmente, la mayoría de los propietarios ignoran otros formatos que cada vez cobran más relevancia para atraer la mirada de los usuarios en Internet: tours 360º, realidad virtual y videos.

 

3. La promoción

La mayoría de los propietarios promocionan sus inmuebles con avisos de ventana sin percatarse del riesgo; afuera hay ladrones que no pierden oportunidad para llamar y pedir cita haciéndose pasar por compradores.

Los avisos de ventana contaminan, dañan la estética del inmueble y son obsoletos. Los verdaderos compradores inician su proceso por Internet, no recorriendo las calles como hace 20 años. Menos en tiempos de pandemias, inseguridad, congestión vehicular y altos costos de la gasolina.

Los propietarios que son conscientes del poder de Internet acuden a portales inmobiliarios gratuitos y a sus redes sociales, lo cual no garantiza la visibilidad necesaria para atraer compradores.

Las mejores inmobiliarias en Bogotá y otras ciudades capitales pautan en más de 10 portales, en Google y en redes sociales. A eso le suman campañas de email y redes de colaboración con otras inmobiliarias aliadas. Es la única manera de generar demanda y ampliar la probabilidad de venta.

 

4. La atención de contactos

Un propietario no tendrá la completa disponibilidad para atender las llamadas, los WhatsApp´s y los correos electrónicos que llegan como resultado de la promoción. Justo en este proceso es donde se pierden la mayoría de las oportunidades.

Las inmobiliarias, en cambio, integran sistemas de telefonía avanzada, emailing, códigos QR´s y softwares de gestión comercial (CRM) con los que hacen seguimiento y presión hasta el agendamiento. La tecnología permitirá lograr mayores visitas y por ende mayor probabilidad de vender o arrendar la propiedad.

 

5. Las visitas al inmueble

Las inmobiliarias desarrollan técnicas persuasivas, elevan el valor percibido del inmueble y cuentan con la fuerza comercial disponible para mostrarlo. 

Por su parte, un propietario deberá dedicar tiempo a las visitas, con el agravante de que no podrá conocer las verdaderas intensiones del comprador o arrendatario; no es desconocido para nadie que en algunas visitas se filtran ladrones, vecinos averiguando solo el precio, o simplemente desocupados en busca de aventura. Las inmobiliarias en Bogotá cumplen una función de filtro que un propietario difícilmente podrá realizar.

 

6. La negociación y los trámites de cierre

Este es el proceso que más exige pericia técnica y para ello las inmobiliarias cuentan con expertos negociadores que sabrán velar por los intereses del propietario y darle manejo a las ofertas de los compradores. 

Un propietario corre el riesgo de perder el prospecto en la negociación, o peor aún, vender por debajo de lo que el comprador realmente estaba dispuesto a pagar. 

Pactadas las condiciones de la venta, empieza la otra mitad del trabajo: el contrato promesa de compraventa y las diligencias notariales, bancarias y tributarias.

Una inmobiliaria evacúa todo con solvencia, mientras que una venta directa le obligará a acudir a un amigo abogado para orientarse y a pedir permiso a su jefe para hacer las diligencias. 

Conclusiones

Naturalmente la principal desventaja de contratar una inmobiliaria es tener que pagar una comisión.

Otro problema, es la falta de profesionalismo de algunas inmobiliarias y asesores independientes que sacrifican su reputación por una comisión.  

Pese a ello, lo ideal es confiar la comercialización de un inmueble a las inmobiliarias.

La realidad es que un inmueble se vende mucho más rápido si la infraestructura, tecnología y conocimiento de una inmobiliaria convergen, así como la tranquilidad que genera.

 

Contenido por Roberto Agudelo, Inmobiliaria Bogotá Mubrick