El presentador de Arriba Bogotá demuestra por qué tiene talento para el diseño de interiores y además cuenta las historias que se tejen alrededor de un mural y un timón antiguo en su casa.

 

Un lugar hecho de detalles, así se puede definir el hogar de Juan Pablo. Recuerdos de viajes, algunas compras inusuales y accesorios infantiles, son protagonistas aquí.

 

Para él nada más importante que un espacio familiar, cálido y que reúna las cosas más especiales. Por eso, aquí hay lugar para multiplicidad de elementos. Ningún rincón se escapa de ser el escenario de fotos, cuadros, el tan atractivo timón antigua y hasta figuras.

 

En esta casa, el jugo de colores es notorio. No hay premura a la hora de ubicar los accesorios, pero sí cobran toda la importancia del caso, porque se trata del espacio donde convergen la familia y sus intereses.

 

Hay que decirlo. Todo cuanto se encontró de 'puertas para adentro' en el hogar de Juan Pablo, sugirió buen gusto y sentido de pertenencia. Pero más allá de la percepción -en la que coincidieron todos los visitantes- la manera que el presentador cuenta casa espacio de su casa, resultó más interesante aún.

 

Desde la entrada, el pasillo, la sala, el comedor, hasta las habitaciones se robaron toda la atención. Y no es para menos cuando se habla de un lugar concebido casi centímetro a centímetro, pensado para estar felices, y embellecido teniendo como premisa que quien ingrese se lleve la mejor impresión.

 

Para fortuna de Juan Pablo, ese propósito se cumple a cabalidad. Es más, desde el momento en que comienza a narrar el significado de cada cosa que conforma su hogar las expectativas se colman, y una vez se conocen los secretos que hay a cada paso, la curiosidad adquiere más fuerza.

 

Eso sí, una vez los visitantes ingresan a uno de los sitios más especiales para Juan Pablo: la habitación de su hijo Jerónimo, la mirada queda fija y la atención no tiene riesgo alguno de ser dispersa.

 

Y no es para menos si se trata de un color lleno de color, un espectacular mural, hermosos juguetes (y por demás muy bien ubicados) y una energía atrayente. Ahí es necesario pasar varios minutos para saberlo contemplar.

 

Después de eso, la despedida no resulta dramática. El agradecimiento de los visitantes es caluroso y la sonrisa de los anfitriones invita a regresar.

 

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