Según la Lonja de Propiedad Raíz de Bogotá, cerca del 35 por ciento de los colombianos viven en arriendo, lo que representa una cifra aproximada de 17 millones de personas.
 

Esto da cuenta del crecimiento que ha tenido este negocio, a pesar de que el país sigue siendo un país de propietarios. Aun así, un nuevo segmento conformado por clientes más jóvenes empieza a dar muestra de que el alquiler podría ser un mercado potencial en el mediano plazo.
 

Al respecto, María Clara Luque, presidenta de la Federación Colombiana de Lonjas de Propiedad Raíz (Fedelonjas), señala que “el aumento de las tasas de los créditos hipotecarios ha generado que algunos interesados en comprar posterguen la compra de su vivienda propia, lo que ha motivado a esta nuevas generaciones a pensar en el arrendamiento”.
 

Y la decisión final siempre lleva al dilema de decidir si se hace de forma directa o a través de las firmas inmobiliarias.
 

En el segundo caso reinventarse ha sido la respuesta, debido a que tienen que hacer la diferencia para contrarrestar la dinámica creciente del grupo de propietarios que prefieren poner en el mercado sus inmuebles de forma directa.
 

¿Qué está pasando?
 

“La principal falla está en la determinación del precio, porque muchas veces se oferta por encima del dato real, lo que hace que el inmueble se demore más en encontrar un comprador. Además, la falta de póliza, le quita seguridad al mismo”, afirma Carolina Galvis, gerente de operaciones y servicios de Century 21.
 

Y es que los dueños de las propiedades sienten que pueden perder mucho de su capital por las comisiones que cobran las agencias inmobiliarias, de modo que optan por arrendar directamente, exponiéndose a aumentando de costos en la publicidad clásica y a riesgos de seguridad física.
 

Al respecto, Andrés Mantilla, director ejecutivo de la Lonja de Propiedad Raíz de Bogotá asegura que “las inmobiliarias cuentan con la experiencia y conocimiento para asesorar a los propietarios sobre los precios y condiciones del mercado, que permiten rentar de forma correcta y en un tiempo prudencial”.
 

Lo anterior, se complementa con que aquellas personas con propiedad en arriendo directo se ven expuestas a que los arrendatarios incumplan en los tiempos de pago, desestabilizando su negocio y facturando a la baja con cada uno de los inmuebles.
 

En esto coinciden tanto la lonja como las inmobiliarias, pues dicen que les aseguran a los dueños “seguridad en torno al pago de los cánones, de modo que sigan recibiendo su dinero, aun cuando el residente no haya pagado a tiempo”, agregó Santiago Carrizosa, presidente de Inmove, firma que agrupa empresas del sector en torno a una plataforma virtual.
 

Además, las tres organizaciones están de acuerdo en que el pago de una comisión es más una inversión a largo plazo, la cual garantiza un diagnóstico previo de necesidades, características del inmueble y formas de ubicarlo en el mercado.
 

En este entorno, la apuesta de las compañías está en reinventarse y entender que hay nuevos usuarios, y una necesidad de ofrecer valores agregados.
 

Compra de vivienda también genera otros costos
 

Al adquirir un apartamento o una casa es importante tener en cuenta aspectos como la verificación de los antecedentes jurídicos, la valoración real y el estudio de títulos del inmueble, entre otros. Estos representan un sobrecosto directo para el comprador. Al respecto, el director ejecutivo de la junta directiva de la Lonja de Propiedad Raíz de Bogotá, recomienda “cerrar negocios en los que tanto el comprador como el vendedor establezcan las reglas de juego en cuanto al pago de las escrituras, la retención en la fuente y los impuestos, para no llevarse sorpresas”.
 

Redacción sección Vivienda EL TIEMPO