La Lonja de Propiedad Raíz de Bogotá reveló que las personas en el rango de 31 a 40 años de edad son las que están comprando más vivienda en Colombia, seguidas de aquellas menores de 30 años, conocidas como millenials.
 

En el primer caso, la participación es de 41 por ciento, mientras que el 30 por ciento corresponde al segundo grupo de potenciales inversionistas.
 

El gremio de los inmobiliarios del país también reveló que el rango de edad entre 41 y 50 años participa con el 15 por ciento. Por su parte, el 14 por ciento restante lo conforman los mayores de 50 años.
 

Al respecto, Andrés Mantilla, director ejecutivo de la Lonja de Propiedad Raíz de Bogotá, afirma que estas cifras trazan una tendencia que se consolida cada vez más: “La gente más joven se está dando cuenta de las ventajas de invertir en finca raíz, porque entienden que es la apuesta más segura y la de mejor rentabilidad, no solamente en términos de retorno, sino en valorización”.
 

Estos datos se complementan con los de la Federación Colombiana de Lonjas de Propiedad Raíz (Fedelonjas), que advierten una dinámica interesante en el grupo conformado por compradores entre 25 y 35 años.
 

Según su presidenta, María Clara Luque, “en este rango de edades están las personas que, aparte de querer vivir solos, toman la decisión de casarse y tienen los ingresos que les permiten asumir gastos indirectos de su uso como impuestos, servicios públicos y mantenimiento del domicilio, entre otros”.
 

Si bien los datos no coinciden plenamente entre una y otra, ambas entidades están de acuerdo en que el factor clave para la consecución de casa propia está directamente relacionado con el nivel educativo de las personas y no tanto con el estrato socioeconómico, siendo las personas con más estudios, las que más le apuestan a invertir en vivienda en el país.
 

“Cada vez hay más jóvenes en establecimientos de educación superior preparándose y trabajando desde tempranas edades, iniciando desde los 18 años, lo que les permite estabilizarse a los 23 años, en promedio, cuando ya alcanzan un título técnico o profesional”, explica Manuel Alfonso Carrillo, gerente de la firma inmobiliaria Avacol.
 

Según el empresario, esto significa que universitarios entre 23 y 25 años, con un proyecto educativo terminado, o a punto de hacerlo, ya se están enfocando a ser independientes, por medio de la compra de una vivienda propia.
 

Esta tendencia se puede reforzar, aún más, con un reciente reporte de la Cámara Colombiana de la Construcción (Camacol), en el que encontró un potencial de inversión en diferentes edades.
 

Sin embargo, llama la atención la proyección de participación para el 2016 de quienes tienen entre 20 y 39 años. Incluso, el valor agregado del informe es que hombres y mujeres se reparten la intención de compra.
 

‘Millenials’ y arriendo
 

El análisis va más allá, si se tiene en cuenta que el interés de los jóvenes en comprar una casa o un apartamento ha empezado a competir con una práctica en alza: la preferencia por el alquiler.
 

Analistas coinciden en que elementos como la globalización, la posibilidad de viajar y la alta rotación en materia de empleo ha generado menos apego y ha moderado la intención de adquirir una propiedad raíz nueva. En este entorno, los empresarios de los sectores inmobiliario y constructor han empezado a variar la forma de construir y comercializar los proyectos. Por eso, según el gerente de Avacol, ahora hay más bienes raíces en alquiler.
 

A lo anterior se suma lo que Mantilla define como “reconfiguración inmobiliaria”, es decir, “construir apartamentos más compactos, de modo que se responda a la actual demanda que, precisamente, tiene a los millenials como protagonistas”.
 

Incluso, como política de Estado también se evalúa la posibilidad de que los promotores de vivienda les apuesten a las construcciones exclusivamente para arrendar, donde, precisamente, hay otro mercado por explorar.
 

El tema no ha evolucionado como se quisiera, porque hay reparos en la restitución de los inmuebles, es decir, el tiempo que toma hacer que el inquilino lo devuelva ante un eventual incumplimiento.
 

Esta ha sido una de las mayores trabas para la figura que, según los analistas, no solo serviría para impulsar los negocios en los estratos medio y alto, y en la vivienda social.
 

Con esa expectativa, Mantilla considera que aún hay espacio para crecer en el segmento de la vivienda nueva. “Los colombianos seguimos con la cultura de ser propietarios, lo que quiere decir que el mercado todavía se mantendrá estable durante más años”.