Sandra Forero - Presidenta de la Cámara Colombiana de la Construcción (Camacol)
 

El 2016 presentó como denominador común desafíos para el desarrollo y la comercialización de proyectos de edificaciones en el país. A nivel macro, la debilidad de la actividad económica, la inflación fuera de cauce, la tendencia alcista en los tipos de interés, la vulnerabilidad en la posición externa del país, los riesgos sobre la calificación soberana y las expectativas de la reforma tributaria estuvieron presentes. 
 

No obstante, los hogares invirtieron 32,5 billones de pesos en 178.300 viviendas para más de 12,3 millones de metros cuadrados, cifras que dan cuenta de un nivel de inversión y demanda de área residencial nueva per cápita de 950.000 pesos y 0,36 metros cuadrados, respectivamente. 
 

Estos niveles, que se sitúan entre los más altos de los últimos años, reflejan la dinámica de la iniciativa privada en torno a la construcción de edificaciones, el aporte de la política de vivienda y la confianza de los hogares. Y en el 2017, preservarla debe ser una prioridad. 
 

Aunque se prevé un año con mayor certidumbre y señales de recuperación a nivel macroeconómico, no se puede desconocer que un panorama de desconfianza producto de factores exógenos al mercado, puede minar las expectativas de un mejor desempeño sectorial. 
 

Dos elementos deben ser parte integral del esfuerzo conjunto por construir confianza y proteger el modelo de desarrollo sectorial: el primero tiene que ver con la relación público-privada y la eficiencia institucional. 
 

Las administraciones municipales deben propender por mejorar el entorno de inversión regional, asegurando los derechos del sector productivo, el acceso a la vivienda y el desarrollo urbano formal derivados de procesos de habilitación de suelo y de la expedición de licencias de construcción.
 

No hacerlo es contraproducente en cualquier estrategia regional de desarrollo, ya que, simultáneamente con el incentivo perverso hacia prácticas desalineadas con el marco legal, objetivo y trasparente, hace insostenible la dinámica del sector.
 

El segundo tiene que ver con la actuación empresarial y el modelo sectorial. Luego de la crisis de finales del siglo pasado y sus consecuencias en los primeros años del actual, el modelo de la actividad ha sido fuente de transformación. El resultado: el perfeccionamiento de un esquema de promoción, financiación, construcción y acceso a la vivienda que ha generado réditos al país por más de una década. 
 

La preventa como modelo de promoción de proyectos, los límites a la financiación, la participación de la fiducia inmobiliaria para controlar los riesgos y articular eficientemente las partes, y los incentivos a la construcción de vivienda social articulados con programas como Mi Casa Ya, han sido fruto de esa evolución.